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POR ESCRITO

Por fin terminaron las elecciones al Parlamento Andaluz. Ahora nos quedan las municipales y después las nacionales, sin contar las catalanas que ya que Ciudadanos ha conseguido asentarse en Andalucía, seguramente también nos toque de refilón sus resultados.

Un fin de semana de descanso, aunque de nerviosismo para la casta política, incluyo en esta casta a los de Podemos también, por supuesto.

Después de conocer los resultados, me he dado cuenta que en política no gana el que más se preocupa por el pueblo si no el que mejor sabe manejar el arte de la retórica y el discurso, que a veces no tiene nada que ver, con lo que el pueblo necesita.

Ha ganado el PSOE liderado por la Belén Esteban de la política, una mujer cuyos ademanes y expresiones no nos son indiferentes en Andalucía, estamos acostumbrados a verlo en los patios de vecinos. No digo que sea mejor ni peor, de hecho la Esteban tiene mucho tirón mediático.

En segundo lugar sigue estando el PP, el Harry Potter de la política, que se creía que con solo mover la varita mágica, los andaluces le íbamos a dar todos nuestros votos, pero las varitas mágicas están muy bien para las películas de fantasías y los andaluces, queramos o no, somos muy realistas porque estamos acostumbrados a vivir al día. Si a la barita mágica no se le suma una retórica directa y clara, convincente y cercana a las clases bajas de la sociedad  andaluza, pasa lo que ha pasado.

En tercer lugar irrumpe Podemos, la Caperucita Roja del cuento, avalado por un lobo en la piel de abuelita. Se dice que en Cádiz es donde más se ha votado a esta nueva casta política. Han sabido dar en el clavo en el último momento con esa “Venezuela está en Cádiz” y esas colas de gente pidiendo comida. Una buena performance, demasiado convincente, porque con las cosas del comer no se juega en esta Andalucía de chirigota y jarana continua, sobre todo en Cádiz, lo mismo hoy se hace cola para pedir comida que mañana estamos montando el tipo y gastando lo que no se tiene, para que el Falla luzca a todo lo grande.

Y como cuarta fuerza política, Ciudadanos, le hemos abierto la puerta al «guiri nacional», que no lo digo de forma despectiva. Pero es muy fuerte que votemos a un partido catalán, que no sé yo que va a entender esta gente del carácter andaluz, tan especial. Primero que entiendan nuestra lengua que tienen ahí un buen trabajo por delante. Quisiera ver yo un partido andaluz en Cataluña, no lo iban a votar ni los mismos andaluces que viven en aquellos lares, casi que podría poner la mano en el fuego sin quemarme. Pero aquí están, han llegado, y además son la llave del gobierno andaluz. Eso es llegar y topar con el Santo, como decimos en Andalucía.

La quinta fuerza política, desbancada y alicaída, es IU, lo ha perdido casi todo, solo los nostálgicos han seguido a su lado. Su líder, el capitán Nemo, ha intentando surcar olas de resentimientos, pero las mareas han sido muy fuerte y el viento estaba en contra. Solo le queda echar el ancla y desde proa, mientras se atusa la barba, recomponer las piezas del naufragio para, más adelante, empezar a navegar con nuevos marineros.

Para terminar, un recuerdo póstumo a dos partidos, el de UPYD, el mediocre actor de comedia que ha intentado con escenas teatrales que se fijaran en él, pero venir a Andalucía, donde el artisteo  nace en las calles por antonomasia, es muy difícil superarlo. Así ha quedado, haciendo mutis por el foro.

Y el PA, ¡por Díos! Si Blas Infante levantara la cabeza votaba a UPYD seguro. Su líder, el tío Cándido de los cuentos de Juan Valera, se creía que por llevar las siglas que un día dio la libertad al pueblo andaluz, con ello lo tenía todo resuelto. Pero para que te crean antes tienes que creértelo tú mismo, y la fuerza se le fue por la boca. Aún así, en el Campo de Gibraltar es donde más se le ha votado, somos así de «especiales.»

En definitiva, en esto de la política, lo que está claro es que las mujeres ofrecen mucha más confianza a la hora de “manejar el cotarro” y los hombres, ¡pobrecitos! sin querer salirse del plato con el tema de lo políticamente correcto no vaya a ser que lo tachen de machistas y así nos encontramos en Andalucía “con el polvo debajo de la alfombra y la casa sin barrer.”

¡A ver qué ocurre en unas meses, porque llevamos 30 años esperando!