Se nos fue PACO DE LUCÍA mientras jugaba con su hijo pequeño al fútbol en las playas de Cancún. Lo que él más amaba, aparte de su familia, la playa y el fútbol, como buen algecireño.

Quizás la arena blanca de la playas mexicanas le recordaban las arena de su bahía algecireña, donde nació. Se fue sin avisar, de repente, su corazón de 66 años no quiso seguir latiendo entre dos aguas.

Amó el flamenco, lo renovó y lo impulsó a escala internacional pero la sencillez y la timidez fueron su coraza para vivir como realmente quiso.

Dejó dicho que lo enterraran en el cementerio antiguo de Algeciras, que se abrirá por última vez, para depositar su cuerpo junto al de sus padres, Lucía y Francisco.

Toda una vida, desde los ocho años, componiendo poesía a través de las cuerdas de su guitarra.

Allí, donde los grandes tienen su sitio, lo espera su gran amigo, Camarón. Y aquí, en su Algeciras natal, esperamos y lloramos a este andaluz, a pocos días de la celebración del Día de Andalucía, para ofrecerle como se merece nuestro último adiós.

Pero los grandes nunca mueren y nos quedará los acordes de su guitarra por los siglos de los siglos.

Paco de Lucía ha hecho historia en el flamenco y se acaba de convertir un mito.

Que los duendes lo acompañen.