ARTÍCULO DE OPINIÓN: Se nos fue Adolfo Suárez.

adolfo

 

Era algo que se esperaba, ya llevaba 11 años muerto en vida, mientras que aquí en este país que él reconstruyó, se sigue sin rumbo y  sin aprender de los errores.

Yo nací en el 68,  prácticamente puedo decir que nací en democracia porque cuando empecé a darme cuenta de algo, ya veía la figura de Adolfo por las pantallas en blanco y negro de las casas de mis amigas o escuchaba por la radio, en la cocina de mi casa, mientras mi abuela hacía la comida, una voz diáfana, sin matices, auténtica y segura de lo que decía.

Así que crecí en un país donde las libertades eran un referente y donde el respeto y la concordia entre sectores de ideologías distintas era algo natural.

Era muy joven yo para entender lo que había pasado en mi país pero lo suficientemente mayor para comprender que ese hombre que escuchaba a través de las ondas cumplía su palabra cuando dijo: «Puedo prometer y prometo.»

A veces la sociedad es tan infantil que no valora lo que tiene y cuando aquel hombre, de ojos penetrantes, miraba a la pantalla con rotundidad, muchos ya le estaban haciendo la cama para mandarlo al ostracismo.

Le dejaron hacer, le dejaron “comerse el marrón” que nadie quería y cuando la “patata caliente” ya estaba bien servida, le aconsejaron marcharse por la puerta de atrás. Y un hombre como él, se  fue con la cabeza alta y  la conciencia tranquila por el  trabajo bien realizado.

La vida le dejó marcas, tantas, que hace años que decidió olvidarlas y con ellas arrastró todos sus recuerdos. Y la sociedad, sumida en un alzheimer corrosivo también lo olvidó a él hasta hace unos días cuando su hijo, con lágrimas en los ojos, nos daba la noticia: «Le quedan 48 horas de vida y nos ha regalado en estos días más sonrisas que en todos estos años.»

La falta de memoria es cruel para el que la padece pero más para el que no la sufre. Como diría aquel, un pueblo sin memoria jamás tendrá un futuro y muchos han querido borrar la historia que creó este hombre, tanto, que aquella constitución y aquella democracia hoy es vituperada, vilipendiada y escarnecida sin el menor atisbo de arrepentimiento.

Aunque a veces la falta de memoria se puede convertir en un lenitivo para no seguir sufriendo, para no ver lo que se ha destruido, para no escuchar tantas falacias maldecidas.

Se nos fue un trozo de nuestra historia. Algún día nuestra memoria histórica recuperará  la cordura, aprenderá de sus errores y la clase política podrá ser fiel reflejo para los jóvenes que crecen con ella.

Yo me crié entre valores como la honestidad, la lealtad, el compromiso y el respeto, por eso creí en mi clase política. Ya eso pasó y los cadáveres van quedando por el camino. A veces se marchan los mejores, lo peor es que todos hemos sido cómplices. Ahora no me valen las buenas palabras y las buenas intenciones. Ahora quiero hechos. Y los hechos que veo, no me convencen.

A veces pienso qué hubiera pasado de este país si en vez de en Suárez, hubiera caído en manos de algunos otros que ahora se dan golpes de pecho por su ausencia.

Se ha ido el primer presidente de España, D. Adolfo Suárez, sin ruidos, sin crispaciones, con una sonrisa en su mente quebrada y nos ha dejado con el rictus de melancolía de que cualquier tiempo pasado fue mejor, en algunas ocasiones.

Descanse en paz.

Por Nurya de Khessassi.

 

 

 

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