Entrevista al profesor y escritor, Ahmed Oubali.

Según muchos críticos este escritor marroquí debuta por la puerta grande con un libro de relatos, repleto de sorpresas, maldiciones y crímenes, Chivos expiatorios y otros relatos, reeditado por Cultiva Libros y en venta por Amazon.

Chivos ex

Ahmed Oubali Catedrático de Semiótica de Textos en la ENS; de Teorías Contemporáneas de la traducción en la Facultad Rey Fahd de Traducción de Tánger; de Dinámica de Grupos en la Facultad de Letras de Tetuán y de francés y español en la prestigiosa ESTEM de Casablanca.

Licenciado en Filología, Traducción y Periodismo, es Doctor desde 1990 por la Universidad Rennes II Haute Bretagne (Francia), en la que defendió su Tesis Doctoral titulada Les Avatars du Sens dans la Traduction du Quichotte, una crítica histórica de las traducciones francesas del Quijote. Fue jefe del Departamento de Lengua y Literatura Españolas de la ENS de Tetuán. Como profesor de universidad, su actividad investigadora ha sido muy variada y así, por ejemplo, ha participado en el proyecto: “Culture, langue et immigration”, de la Facultad de Letras de Tetuán y en el “Seminario permanente para la formación de Profesorado”, en la Universidad de Granada. Ha participado en talleres literarios, ha asesorado monografías y tiene prologados numerosos libros. Fue miembro del consejo de redacción de la Revista del Norte de Tetuán y colaboró en la revista electrónica Pliegos de Opinión.

Ahmed Oubali es miembro de varias asociaciones, en particular la Asociación de Escritores Marroquíes en Lengua Española. Lleva publicando desde 1993, artículos de crítica literaria y relatos en español, todos ellos dedicados al ambiente etnográfico hispano marroquí, con factura de género negro, una de las facetas que venía faltando a la joven literatura marroquí en español. En su libro publicado Chivos expiatorios recopila algunos de aquellos relatos. Es actualmente miembro del consejo de redacción de las Revistas Dos orillas y Hércules cultural.

https://www.facebook.com/ahmed.oubali

1422384_805753596137651_6173888267759711056_n

AUDIO

 

 -Hola, Ahmed Oubali.  Gracias por acudir a esta entrevista. ¿Cómo te gustaría definirte profesionalmente hablando: periodista free lance, escritor, poeta, místico, traductor e intérprete de Conferencias, crítico literario, hispanista o profesor de semiótica textual?

-Ante todo, debo agradecerte esta grata y cariñosa acogida. Bueno, hay un poco de todo en lo que has dicho, aunque prefiero “encasillarme” en la última etiqueta, por ser la más consecuente, duradera, aunque difícil e ingrata de ostentar. No me considero fundamentalmente escritor porque preferí desde el comienzo desempeñar diversas y múltiples actividades académicas y culturales. Un verdadero escritor tiene que dedicar toda su vida y alma a la escritura. Tal no es el caso de los hispanistas marroquíes. Entre escribir y vivir optamos por vivir. Fui en efecto agregado de prensa en Bruselas (me ocupaba de relaciones públicas para una multinacional) mientras me licenciaba en Traducción e interpretación; me inicié a la semiótica de textos en Francia para realizar mi tesis doctoral sobre El Quijote, cosa que me permitió luego enseñar esta asignatura a nivel post-universitario, a alumnos licenciados en filología hispánica, en la ENS de Tetuán. En cuanto a la traducción/interpretación, la crítica literaria y el hispanismo pues los llevo desempeñando desde 1990, paralelamente a la docencia.

Con todo esto comprenderás que no puedo considerarme exclusivamente escritor.

-Bueno, empecemos por la pregunta tradicional: ¿Qué es “Literatura” para ti?

  • Concepto muy polisémico. Como sabes, el término proviene  del latín «litterae» y del griego «grammatikee». Y significa un conjunto de saberes o habilidades (gramática, retórica y poética) para escribir y leer bien.  Incluye todas las producciones de los autores universales y las teorías y los estudios subsecuentes que constituyen las ciencias de las letras. Tradicionalmente “Literatura es el arte que expresa belleza por medio de las palabras. Forma parte de las Bellas Artes, como la música, la escultura, el teatro, etc. “

– ¿Pero para ti….?

-Para mí, y teniendo en cuenta las definiciones anteriores, es más bien un laboratorio donde el autor investiga sobre las pasiones humanas en todos sus aspectos. Por eso pienso que cualquier producción literaria es un diario de dolencias del propio autor, imaginadas o vividas. Es la única expresión intuitiva (y ficticia) de las exaltaciones mediante las palabras.

-¿Y dónde sitúas al  lector?

-Es más importante que el autor porque permite que perdure la literatura: creo que el texto que escribe el autor sólo es viable y real cuando se lo apropia el lector: tanto el autor como el lector nunca cesan de reescribir y reelaborar respectiva e inconscientemente el texto, sin nunca reconstituirlo.  Ambos parecen sujetos a un contrato virtual e implícito donde aquél promete a éste  narrar la maldad del mundo en todos sus aspectos (violencia, depravación sexual y misterio) en espera de gratificación y reconocimiento.

El lector necesita evadirse de la vulgar y monótona cotidianeidad. El autor también experimenta estas etapas. Pero busca sobre todo “restaurar/reconstituir” su propia personalidad.

-¿Tienes alguna preferencia en cuanto a las escuelas literarias?

-He enseñado “Teorías literarias” en su relación con la traducción. Estudié profundamente  el formalismo ruso porque indaga sobre el texto en sí, lo analiza en su forma inmanente y expresiva. Me intereso mucho por la función poética de la literatura que elaboró Román Jakobson. Produce un placer de naturaleza estética, en línea con lo que pensaba Aristóteles, pero descartando cualquier compromiso extralingüístico. Por eso en mis críticas literarias nunca hablo del autor sino sólo de su obra. Cosa que no agrada a nadie, ya que todos enloquecen por los elogios personales. Las propuestas de R. Barthes, Claude Mauriac y Greimas van en el mismo sentido.

Mantengo del primero las tres potencias de la Semiosis. La literatura es una suma de saberes y no existe un tema general que pueda fijar o fetichizar a ninguno. Cada saber tiene un lugar indirecto que hace posible un diálogo con su tiempo. “La ciencia es vasta, decía Barthes, la vida es más sutil, y para corregir esta distancia tenemos a la literatura”. Por otra parte el saber que moviliza la literatura no es completo ni final. La literatura sólo dice que sabe de algo, es la gran argamasa del lenguaje, donde se reproduce la diversidad de sociolectos o se reconstituye un lenguaje límite o grado cero, logrando del ejercicio de escritura una reflexibilidad infinita de los signos.

-¿Entonces qué es escribir para ti?

-Es una forma de exteriorizar ficticiamente el dolor y la miseria de la vida. Algunos lo hacen contra el poder, otros por resentimiento, por fama o por lucro. Otros, por lo que yo llamaría simplemente  una masturbación intelectual.  Todos sin embargo presentan formas de realidad donde el lector puede buscar lo que le interesa. En cambio, en mis modestos relatos presento una ir-realidad (=ficción real) con una inequívoca  intención: mostrar cómo con palabras (en este caso, mis palabras) puedo hacer sentir cosas al lector, hacerle ver,  percibir y construir juntos vidas y mundos ficticios diferentes.

-¿Sientes placer al escribir, como decía Barthes?

-Al escribir, no, si quieres que te diga la verdad; pero al leer, sí.  La escritura implica fundamentalmente una postura de incomunicación, parcial y total. Un escritor de ficciones suele ser muy introvertido y reacio a  cualquier contacto social que no sea beneficioso a su promoción. En definitiva  termina creyendo más en sus personajes ficticios que en sus amigos reales. Menos mal que no soy de estos que se sientan horas y horas para narrar ficciones. Sería una verdadera pesadilla para mí estar así ante la hoja blanca. En mi caso escribir no es una tarea diaria, primordial y prioritaria. Es una forma de catarsis y un  pasatiempo.

-¿Por qué y para quién escribes?

-Bueno, en primer lugar, y por muy extraño que parezca, escribo para mí mismo porque me fascina ver hasta qué punto me puede transformar y manipular la escritura. Aunque en el fondo me considero más lector que escritor. Me leo incluso escribiendo. Porque leyendo uno aprende e interpreta más que escribiendo. Y muchas  veces tengo la impresión de que  se confunden ambas funciones.  Soy autor leyendo  y  lector escribiendo. De allí la excitación que uno pueda sentir en ambas situaciones. El poder de las palabras y el mundo al que éstas te invitan bastan para darte todas las emociones posibles.

En realidad fue una iniciativa de mis compañeros de la AEMLE (Asociación de Escritores Marroquíes en Lengua Española). Me invitaron a participar con mi grano de arena porque el género negro (y erótico) brillaba por su ausencia en nuestro grupo. No soy ensayista ni historiador. Tampoco pretendo, como lo hace por vanidad la mayoría, ganar cariño y comprensión de la gente. Escribo, como ya lo dije, por una razón simplista: me exorcizo. Expulso demonios interiores.

-¿Y por qué en español?

-Siempre la misma pregunta. Escribir en español, para mí -y esto es válido también para mis compatriotas- es el resultado de un largo proceso lingüístico elaborado en bereber (mi lengua natal), en francés  (mi lengua cultural y de imaginación) y en árabe (mi visión poético escatológica). El intelectual marroquí es políglota de nacimiento. Y cualquier lengua es para él un mero medio de expresión de algo mucho más importante. El texto y la historia están en español pero no la narración y el discurso. El español es sólo la forma, no el contenido.

-¿Defiendes algo mediante  tus escritos?

-No pienso cambiar nada al mundo  ni defender ninguna causa política. Para ello están los políticos y los periodistas. Creo que la literatura no defiende nada porque es pura ficción, un laboratorio de emociones diversas donde el lector puede, en cambio,  encontrar remedios a su ocio y existencia. La literatura es una fuente infinita de imaginación alternativa a nuestra vida real. La mejor forma de exorcizarte, como ya he dicho… Algunos de mis amigos escritores pretenden ser «comprometidos». Y lamento descubrir que lo que finalmente defienden es su propia ideología parcial y partidista. Pretenden estar contra el poder o contra algún aspecto de la cultura pero sólo buscan ser reconocidos. Creo que se equivocan de época. No estamos en el siglo XIX.

Nuestros escritores de los años 70 podían defender ciertas ideologías…y aún así no olvidaban que lo que narraban era pura ficción… Después de la última revisión de nuestra Constitución ya es anacrónico y ridículo para un escritor ostentar (en sus ficciones) una actitud ideológica comprometedora.

-No me digas que la literatura es inútil…

-Casi. El escritor es un artista, no puede y no debe sustituir a los intelectuales de las demás ciencias sociales. Por una parte la literatura no puede nada contra la maldad en el mundo porque siempre la habrá. Por otra, que se ocupen a reducirla los políticos, los periodistas y los filósofos.

Puede que la  única función que tiene la literatura sea la de ser un Archivo social para curiosos y amantes de imaginación…Una magnífica enciclopedia universal ficticia…

-Pero dicen que la literatura describe la realidad y la cambia, de una forma…

-Más bien la reproduce en infinitas versiones. Un mismo fenómeno sociocultural descrito por 20 escritores nos dará 20 fenómenos socioculturales completamente contradictorios. Cualquier visión del escritor es forzosamente parcial, personal, subjetiva y por consiguiente, ficticia. Ahora bien, lo que sí importa es saber si el texto deja o no una impresión en el lector, sea por el lenguaje utilizado o por el contenido descrito. Creo que la diferencia definitiva entre literatura y realidad reside en que cualquier realidad descrita con palabras deja de ser real y se transforma en ficción. Lacan decía al respecto que la realidad tiene estructura de ficción si las palabras fabrican esa realidad.

-Se habla de literatura marroquí en español;  de literatura española escrita por marroquíes, etc. ¿Qué opinas sobre esto?

-Algunos dirán: Toda literatura escrita en español es española por antonomasia. Por tanto, no existe ninguna literatura latinoamericana ni marroquí. Porque hay autores de diferentes nacionalidades que se expresan dentro de la literatura española. Porque “la patria de un escritor es el idioma en que escribe”. Por eso, como ya se ha dicho, sería ridículo imaginar a Vargas Llosa escribiendo en quechua o a Borges en guaraní u Oubali en bereber. Otros dirán: «La patria de un escritor no es sólo su lengua sino la gente a la que quiere. Su memoria. Y sobre todo lo que esté escribiendo en ese momento». Creo, por mi parte que no hay que confundir Signo Ideológico y Signo lingüístico. Saussure llevaba razón: muchas veces el contexto desvía el sentido de los signos lingüísticos. Creo pues que nuestra literatura se caracteriza por un tipo extraño de exilio lingüístico: la adopción de una lengua extranjera (en mi caso es la tercera), como medio para expresar una estética personal; es para muchos de nosotros  el único modo de expresión artística. Esta situación se complica más si se sabe que va dirigida  a lectores igualmente extranjeros. El exilio es intrínsecamente triple si se considera la problemática de la traducción, proceso fundamental en la elaboración de esta literatura.

Escribimos en un lenguaje mosaico, una especie de lengua donde confluyen varios idiomas, donde el español se adapta a nuestra cultura nativa y no al revés. Por eso ocurre ese fenómeno de extrañeza del que ya habló Freud. Utilizando otra metáfora, diré que el vestido (la forma) no se ajusta al cuerpo (el contenido): es grande o estrecho, pero nunca encaja.

-¿Cuándo empezaste a pensar en escribir y cuál fue tu inspiración?

-Recuerdo perfectamente que mi primer “librito” lo escribí en tres madrugadas, mientras preparaba el Baccalauréat. Se titulaba El callejón oscuro donde una mujer secuestraba y mataba a niños porque creía que los salvaba así de la maldad humana. El relato contenía unas treinta páginas de suspense y angustia. Lo recuerdo bien porque me divertía utilizar la máquina de escribir de mi padre para copiar mis cursos, con lo que fui, poco a poco, aprendiendo a escribir. Después pasé a inventar cuentos y relatos de terror… Pero por falta de lectores y ánimo me aficioné en definitiva a la lectura. Pertenezco pues a la generación de los lectores del género negro y fantástico. Empecé leyendo tebeos como El Capitán Trueno, cuyos personajes (Capitán Trueno, Sigrid, Goliat, Crispín, El Mago Morgan y Zaida) aún pueblan mi  memoria porque representan todo lo que se lee en la literatura universal: amor, odio, la lucha contra el mal, la injusticia, la muerte; las novelas del famoso Marcial Lafuente Estefanía, y más tarde  las novelas del género negro y  de misterio propiamente dicho, Agatha Christie, Edgar Allan Poe, Arthur Conan Doyle, Georges Simenon, Willian Irish, Erle Stanley Gardner, Azimove, Julio Verne…Mis primeras fantasías literarias son pues muy tempranas. Lo que leía en español se lo contaba a mis hermanas en bereber. Pero, como todos los adolescentes, lo que sí compuse fueron muchos poemas de amor ardientes a las chicas de las que me había enamorado.

-¿Escribías en español?

-En español, cuando estaba en Melilla; en bereber, en Nador (compuse un poema en bereber sobre La Marcha Verde); en francés, en Oujda y de nuevo en español, en Larache.

-Y lo que publicaste en los años 90, en La Mañana, ¿Qué  concepto reflejan del género negro y de la poesía?

-Bueno, en lo primero la muerte es insistentemente presente; en cuanto a la poesía, insistí sobre la imagen y la cadencia, sacrificando totalmente el sentido. Una forma que hace que el verso no parezca prosa.

-Sé de buena tinta que llevas más de dos décadas escribiendo pero nunca te habías decidido a contactar con ninguna editorial, ¿Por qué?

-Es cierto que hace mucho tiempo que estoy escribiendo pero solamente lo hacía para mí y mis amigos. ¿Por qué no contacté antes con editoriales? Supongo que un poco por miedo a que no contesten, por lo de la censura y también por falta de medios. Por otra parte, yo no soporto mendigar ayudas, luchar obstinadamente a que conozcan mis producciones, llamar a todas las puertas, utilizar cualquier medio, y menos aún suplicar a que me lean.

-Tu nuevo libro de relatos se caracteriza mayormente por el thriller…

-El thriller implica una tensión permanente que preocupa al lector del principio al final.  Cuanto más se aplaza el enigma por descifrar, más aumenta el placer de la lectura. Sobre todo si sobresale la tensión erótica.

-Sé que has sido periodista, ¿Te ayudó en algo en la escritura?

-Mucho. Fui agregado de prensa de una multinacional en Bruselas. Me ocupaba de las relaciones públicas, ya sabes, bancos, sindicatos, impuestos, etc. Redactaba muchos informes diarios y me crucé con muchísimas personalidades. Éste sí que fue un ambiente real y no literario. El periodismo me fue pues muy útil, ya que me enseñó a ser conciso, riguroso y verosímil.

-¿Qué definición intrínseca tienes del género negro?

-Son conocidas las bases de este género: sexo perverso, violencia e intriga permanente y todo ello con una sola ambición y un solo objetivo: el poder, la gloria, las mujeres y el dinero. En mis modestos relatos utilizo tres formas de enfoque clásico: narración por el protagonista; visión y vista desde el criminal y desde la víctima. Insisto mucho sobre el componente psicológico y social para dar rienda suelta a las fuertes emociones.

-Hay mucho pesimismo, farsa, erotismo y cinismo en estos relatos.

-Me inspiro mucho en los códigos de este género: personajes alienados y poseídos por la traición, la venganza y el desencanto. Las relaciones entre ellos son maquiavélicas, es decir, siempre motivadas por el dinero, el sexo y el poder; y cualquier truco para lograrlo es utilizado, la mentira, el chantaje y la coacción. Un mundo donde los verdaderos protagonistas son el dinero, el sexo y la muerte, todo ello en un ambiente  paranoico.

¿Algunos ejemplos?

-En La Bolsa escarlata me bastó definir un personaje principal, describir un ambiente etnográfico y hurgar en el pasado de una familia honorable, para desenterrar todo lo macabro de un crimen que hubiera podido ser impune. En Venganza seropositiva  utilizo el tema del Sida para elaborar un trabajo sobre la perpetración del asesinato frío en su vertiente obsesiva y compulsiva. En Chivos expiatorios la técnica narrativa que utilizo es la de Edgar Alan Poe: predominio del diálogo (muy voluntariamente rebuscado en este texto), relato de conducta paranoica, acción espontánea confusa, escritura directa y objetiva. En este relato en particular, el mundo de los personajes principales se ha vuelto insoportable como consecuencia del paro permanente, del hambre cruel y de la falta total de afecto. Además de esta locura y miseria, la TV española viene a complicar aún más la situación por reflejar el Edén español soñado, sólo alcanzable mediante pateras. Esto crea espacios distorsionados de gente cuya mente ya alienada se transforma en su propia cárcel, sin ninguna esperanza de escapatoria. Ya que la muerte es la solución final. En los demás relatos son constantes también los elementos del género negro como el suspense, el miedo que provoca ansiedad y paranoia en el lector, el ritmo obsesivo de la narración, la intensidad de la acción, la violencia, el heroísmo individual y el macabro final.

-¿Qué diferencia haces entre cuento y novela?

  • El relato es breve, pero su elaboración, larguísima…. Lo que lees en 10 páginas puede costarle al escritor entre 50 y 100 folios, que luego reduce incesantemente… Por eso el cuento es tan  difícil como la novela. El relato obedece a un tiempo espacio cerrado. Para mí un relato evoca la idea de un agujero negro, es decir, una implosión donde todo tiende a consumirse hacia dentro, mientras que una novela es todo lo contrario, una galaxia en explosión donde todo bifurca hacia horizontes infinitos. La novela es un campo abierto; el relato, un abismo cerrado pero con límites muy exigentes e imperdonables. Lo importante en el relato es la trama; en la novela, los detalles y los personajes.  En el relato importa saber el principio y el final a priori. El primero y el último párrafo son fundamentales. El resto no tiene tanta importancia.

Los maestros del relato hacen hincapié en la irregularidad y discontinuidad del estilo, es decir siembran ironía, duda y ambigüedad en cada párrafo, para que el lector utilice su inteligencia en descifrar cosas y misterios. Lo desgarrado deja más impacto que lo banal. El dolor supera a  la felicidad. “Un buen escritor de relatos expresa grandes cosas con pequeñas palabras; a la inversa del mal escritor, que dice cosas insignificantes con palabras grandiosas”, decía E. Sábato. El relato implica disconformidad y búsqueda de nuevas formas de expresar, constituidas esencialmente por una tensión que subyace a nuestra realidad.

En la novela pasa lo contrario. Hay algo que va a suceder, que no está muy claro. La situación es vaga, brumosa. El camino se irá haciendo al caminar. En el cuento hay algo que ya sucedió y “toda dispersión conspira contra su belleza”, decía Borges. En el cuento el final es esencial y el cuentista no puede dispersarse en cosas que no hacen a la anécdota central. Cuando un hombre se cae en la calle, el novelista piensa «de dónde vino», «qué va a hacer cuando se levante». El cuentista lo único que piensa es «¿por qué se cayó?». Son actitudes inversas frente a la realidad. Uno se pregunta: ¿por qué pasó? y el otro: ¿qué va a pasar?

-¿Por qué decidiste  entonces escribir cuentos y no novelas?

-Porque el cuento es el registro en el que me siento más cómodo. Lamento mucho que exista el prejuicio de que la novela es más difícil. Sobre todo porque sospecho que es un prejuicio totalmente infundado: ¿hay alguna estadística seria al respecto? Yo no la conozco. Por otro lado, me considero fundamentalmente un narrador, una noción que para mí está muy atada a la tradición oral, al hecho de sentarte alrededor de un fuego y contar historias. Y el cuento se presta mucho más a esa escena ancestral. En Venganza seropositiva describo con énfasis  este ambiente en Jemaa El Afnaa de Marrakech.  La novela te obliga a sentarte solo y a sufrir…Y el lector sufre más al leerla… Un cuento lo puedes “devorar” en poco tiempo; una novela…te puede devorar…

-¿Como enfocas los hechos en Chivos Expiatorios?

En el estilo indirecto libre; en cambio,  adopto el punto de vista detrás de la nuca del personaje para permitir al lector ver también el entorno. Y la frase corta tiene que hacerse cargo de las circunstancias del suspense.

-¿Cómo creas tus personajes y  en qué te inspiras?

-Los personajes no se crean ni se inventan. Se recuerdan. Se reconstituyen. Algunos son reales pero semiotizados en palabras. Otros literarios. Todo ocurre muy sencillo en los relatos porque el tiempo no los modifica tanto como en las novelas. Ocurre algo así como en pintura donde el escritor “dibuja” una silueta y le da dimensiones y perfiles que quiere.

-Me he dado cuenta que la mayoría de los protagonistas que describes son femeninos: Alicia, Aicha, Firdaus, Hayat, Saída, Aurora,  Lubna, Salwa, Nadia, ¿A qué es debido este interés?

-Los sentimientos y las pasiones son más profundos en la mujer. La fascinación que ejerce y el sufrimiento que vive son superiores a los del hombre.

– ¿Qué truco utilizas, si se puede decir, en la elaboración de estos relatos?

-Utilizo las técnicas de los maestros del género: un cuento siempre cuenta dos historias. Un relato visible esconde un relato secreto, narrado de un modo elíptico y fragmentario. El efecto de sorpresa se produce cuando el final de la historia secreta aparece en la superficie. Poe pone toda su pericia en la narración hermética de la historia secreta. Usa con tal maestría el arte de la elipsis que logra que se note la ausencia de otro relato. El cuento es un relato que encierra un relato secreto. En el cine Hitchcock fue un genio en este procedimiento.

-¿Cómo y cuándo escribes?

-La lectura no me deja escribir… En general escribo algunos fines de semana, después del desayuno. Si tuviera diez horas diarias para escribir, como muchos de mis colegas, creo que en vez de estar en esta entrevista, estaría en un manicomio. Gracias a Dios tengo muchas actividades al mismo tiempo. Traducir, viajar, leer mucho, ocuparme de mi familia y mis amigos, ir de compras, hacer deporte, jugar al Ajedrez. Seducir a alguna musa…

-¿Te inspiras en  autores particulares?

-He leído a muchos escritores franceses e ingleses, y críticos alemanes y norteamericanos. He leído a E.A. Poe y Julio Cortázar, ante todo y sobre todo. Raymond Chandler y Dashiell Hammet en segundo lugar. Después, a muchos, cuya lista es imposible reproducir aquí.

-¿Qué  visión “literaria” del mundo reflejas en tus relatos?

-Los personajes sufren una opresión y represión continuas en todos los ámbitos, familiar, social y psicológico. Cuando no terminan suicidándose o naufragando en el Estrecho, se entregan a un aislamiento y soledad macabra. Son personajes obsesionados por escapar del pasado, de la miseria y de la injusticia.

-Entonces no hay felicidad…

-En la vida real, la felicidad es un diminuto y furtivo rayo de sol que apenas percibimos. Muchos la buscan en literatura.

– ¿Y qué cualidades crees que necesita un escritor para llegar a ser bueno en su oficio?

-Bueno, primero, tener ciertas dotes expresivas y un intenso deseo por escribir. En segundo lugar someterse al entrenamiento de aprender la lengua para expresarse con soltura. Y en tercer lugar leer mucho. Yo creo que si las tres cosas no se dan es muy difícil que uno pueda llegar a escribir de una manera satisfactoria, por lo menos para uno mismo.

-¿De qué depende el éxito de un escritor?

-De mucha casualidad. De muchos criterios que no forzosamente tienen que ver con el genio del escritor. El texto lo abren tres conciencias en un juego de espejos: el autor, el editor y el lector…Pero están los medios. Los trucos. Las supercherías.

-Dijiste en alguna parte que en definitiva hay sólo un texto que se reescribe…

-La idea fue de Borges: el acceso a la realidad se hace a través de resemantizaciones, inversiones y reversiones de historias precedentes provenientes del texto de la cultura universal, y a través de continuos juegos intertextuales de textos en el texto y sueños en el sueño, se instaura un juego de simetrías y ambivalencias especulares que disuelve la melodía lineal del texto en múltiples textos.

-¿Algún proyecto de futuro?

-Sí. Actualmente tengo imaginado el esquema de otro thriller titulado Cuerpos baratos, donde una mafia secuestra en Algeciras a jóvenes inmigrantes para extirparles los órganos vitales y venderlos luego a altos precios. La policía achaca las desapariciones a náufragos pero una marroquí (¡otra vez un protagonista femenino!) logra escapar de un quirófano y delatar a la banda…

-Y para finalizar, muchas gracias y un fuerte abrazo de todo el equipo, y de todos tus amigos de Algeciras. Esperamos seguir viéndote y charlar contigo en futuros encuentros…

-Un abrazo y enhorabuena por el extraordinario trabajo que desarrollas.

 por Nurya de Khessassi