Por Nurya Ruiz. Fdez.
Decía Apuleyo, que “uno a uno, todos somos mortales. Juntos, somos eternos”. Y en eso se basa la solidaridad.
Unos científicos han estudiado nuestro cerebro y han llegado a la conclusión que nacemos solidarios. Dicen que al nacer, el cerebro cuenta con información precisa que determina el nivel de solidaridad que desarrolla la persona y que los padres pueden ayudar a los niños a potenciar o no ese carácter solidario con el que aparentemente se nace.
En España somos solidarios. En los últimos años el voluntariado en España ha crecido hasta en un 20%. En algún momento, y por cualquier motivo, todos nos hemos visto “en esa situación” y hemos ofrecido lo mejor de cada uno. También han aumentado, considerablemente, las donaciones económicas de particulares a diversas organizaciones.
Somos solidarios porque sabemos ponernos en la situación del otro. Porque nos damos cuenta de que, siendo iguales, no todos tenemos las mismas oportunidades. Porque sabemos que el mundo no es un lugar justo y queremos cambiarlo. Porque somos conscientes de lo que pasa a nuestro alrededor y somos solidarios porque queremos cambiar lo que no nos gusta.
Tienen razón los científicos, somos solidarios desde que abrimos los ojos. Desde el primer suspiro que damos. Nacemos así, con esa cualidad sin la cual nunca podríamos equilibrar la balanza. Ayudar a los demás es parte de nuestra naturaleza. Ser solidario está en nuestra cabeza.
El escritor Charls Dickens que supo plasmar, como nadie, en sus obras literarias los terribles efectos que sobre las personas causan la miseria, el dolor, la injusticia y la pérdida de esperanza, nos mandaba un mensaje en cada una de sus novelas, “ nadie que haya aliviado el peso de sus semejantes habrá fracasado en este mundo” y como sentenciaba Carlo Magno “De la conducta de cada uno depende el destino de todos” Yo, ahí lo dejo.