Por Nurya Ruiz Fdez.

Hoy día 8 de Marzo, como todas sabemos, celebramos el Día Internacional por los derechos de la Mujer y la Paz Internacional”. Un día que no debería existir en el calendario, porque mientras exista, querrá decir que hay una mujer sufriendo discriminación en su entorna ya sea familiar, laboral o social.

No es un acto feminista celebrar el día de la mujer, es un día para convencer de que nunca más debe existir la desigualdad entre sexos. Este día es el mejor momento para reflexionar acerca de los avances logrados, pedir más cambios y celebrar la valentía y la determinación de todas esas mujeres de a pie, anónimas, que han jugado y siguen jugando, un papel fundamental en la historia de sus países y comunidades.

Pedimos igualdad, pero hay algo que se nos olvida, pedir respeto entre nosotras, porque no todas pensamos lo mismo. Conozco mujeres que hoy no van a ir a la huelga, que van a trabajar como un día más; otras, que prefieren dedicarse a su familia y desisten de desarrollarse profesionalmente; otras, que aún creyendo en la igualdad, aman también su religión; y otras muchas, que no se dejan engañar por los iluminatis de la política. Y no por ello estas mujeres están equivocadas, o no son feministas, o no son progresistas, como algunas han querido descalificar a la mujer. La libertad individual de asumir un rol en esta vida solo depende de una misma y debemos respetarlo.

Aquí no hay mujeres de un nivel o de otro, ni a unas hay que defenderlas más, ni a otras que se busquen la vida. Nosotras mismas hemos consentido o permitido, mirando hacia otro lado, la desigualdad, la ignominia y la violencia hacia la mujer en una época en la que quizás levantar la mirada era peligroso, pero hoy en día, por Dios, somos libres para decidir.

Igualdad, sí, y respeto también, no solo entre hombres y mujeres, si no entre mujeres y mujeres. Porque como dijo Nancy Reagan en una de sus apariciones: El feminismo es la habilidad de elegir lo que quieres hacer.  Y debe ser respetada esa elección entre las propias mujeres. Si no comenzamos por respetarnos entre nosotras, no podremos conseguir la igualdad de sexo por la que seguimos luchando todavía en este siglo XXI.