Por Nurya Ruiz Fdez.
¿Abuela qué es la música? – me preguntaba mi nieto, sorprendido, ante una canción que escuchábamos en la radio.
Entonces me di cuenta, que la música es más fácil sentirla y reproducirla que explicarla.
Pensé y pensé y solo pude decirle, para que lo entendiera, que la palabra música se originó hace muchos siglos en un país lejano llamado Grecia, la llamaban “mousike” y que querían expresar con esta palabra que los sonidos y los silencios se pueden organizar de tal forma que resulta al final, agradable al escucharlos.
Entonces recordé las palabras del escritor francés Victor Hugo cuando dijo que “la música expresa lo que no puede ser dicho y aquello sobre lo que es imposible permanecer en silencio” pero no se le dije a mi nieto.
Volvimos a sentir una nueva música en la radio, y en esta ocasión, escuchamos la voz de una mujer – yo sabía que era negra, mi nieto eso no lo distinguía – yo la reconocí al momento, la voz amarga de aquella mujer tenía nombre y ese nombre era Billie Holiday con la canción Strange Fruit. Durante unos segundos nos quedamos en silencio escuchándola, mi nieto me miraba con ojos curiosos, sus pupilas me preguntaban, pero su boca no quería interrumpir aquel momento. El no entendía por qué le gustaba aquello, y aunque sabía inglés, tampoco comprendía muchas de sus palabras, solo con el gesto de abrazarme sin hacer ruido para no interrumpir aquella canción, comprendí que cuando acabara tenía que explicarle qué significaba.
Las palabras se me acumulaban en la cabeza sin orden para poder explicar a mi nieto lo que significaba aquella canción de 1939 que hacía referencia a las matanzas de negros que ocurría en aquellos tiempos. No podía explicarle toda la historia de un pasado que no iba a entender.
Recordé de nuevo a uno de nuestros escritores, Federico García Lorca, cuando dijo “las únicas cosas buenas que EEUU ha dado al mundo ha sido los rascacielos, el jazz y los cocktails”.
Así que le pregunté, mirándolo a los ojos:
- ¿Te ha gustado esta canción? Se llama jazz. Y él me contestó con la inocencia de la edad, y con la frescura del que no teme a equivocarse:
- Abuela, a mi me gusta ese jazz. Mientras lo escuchaba se me ha olvidado salir a jugar a la pelota.
Entonces recordé una frase de un compositor que decía “la vida es como el jazz, es mejor cuando improvisas” Y es lo que hice, improvisar. Aquella tarde hablé de música con mi nieto, movimos los pies al ritmo de jazz, reímos y bailamos. Ese día, gracias al jazz, fue para mí muy especial.