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 «29  de diciembre 2014. “Me llena de orgullo y satisfacción” cerrar este año con un artículo para Onda Cero Algeciras.

Como decía Bob Dylan: Ayer es sólo un recuerdo; mañana nunca es lo que se supone que es.

Me admira la capacidad del ser humano para olvidar los malos momentos y como a dos días de final de año ya estamos celebrando su partida entre risas, algarabía y derroche.

No quisiera ser yo la que perturbe las fiestas,  pero quiero recordar que éste ha sido un año convulso políticamente porque nunca antes tanta corrupción vio la luz al mismo tiempo -pocos se salvan- y nunca antes se le dio tanta publicidad a iluminados chavistas, salvadores a la larga de sus propios bolsillos en cuanto los dejen, que se aprovechan de la ingenuidad y desesperación que otros han provocado.

También ha sido duro socialmente porque todavía miles de españoles siguen sin trabajo y más de 700 mujeres murieron a manos de sus asesinos. Y ha sido triste culturalmente porque nos han abandonado adalides de la cultura, el arte y la música como Paco de Lucía, Joe Coker, Jose Luis Muñoz Jiménez o Rafael de Cózar entre otros. Artistas que quisieron cambiar el mundo con su arte y el mundo se los llevó por delante antes de tiempo.

Comprendo que queramos olvidar los malos momentos con brindis de champán, mesas abundantes y reyes magos imaginarios, aunque nos sintamos republicanos todo el año, pero no debemos desaprender tanto que al final olvidemos nuestros propios errores.

Como decía Winston Churchill: Cuanto más atrás puedas mirar, más adelante verás.

Lo reconozco, no me gusta la Navidad: tenemos que reunirnos sí o sí con la familia; desear a todo el mundo, sí o sí, una buena entrada de año; y sentarnos a la mesa, sí o sí, con cara de felicidad para no estropearle a los demás la fiesta.

Después, cuando llega ese nuevo año, te sientas a la mesa con los mismos problemas, la familia no está para ayudarte y ya nadie te desea que el año te sea bueno.

¿La Navidad? La Navidad es una falacia, un alzheimer esporádico fijo cada año, un estado de euforia que solo provoca ansiedad cuando termina, una larga lista con propósitos de enmienda que año tras año archivamos para el siguiente. Eso es la Navidad.

Siento haber sido tan sincera pero como dijo aquel: En tiempos de hipocresía, cualquier sinceridad parece cinismo.

Me despido hasta el año que viene, amigos, y que en el 2015 nos encontremos de nuevo en este Balcón del Estrecho, con más y mejor, aunque no estéis de acuerdo conmigo.»

 por Nurya de Khessassi