Exposición de Pepe Gallego en el Museo Cruz Herrera de La Línea.

Por Pablo Rodríguez.

Pepe Gallego, decorador de profesión, es un artista muy popular en La Línea desde que, hace ya muchos años, pusiera su esfuerzo y su talento en la elaboración de fastuosas carrozas para la cabalgata de Feria y, sobre todo, en el diseño, planificación y montaje de los impresionantes escenarios de coronación que cada año dedicaba a un monumento español, poniendo el foco en la arquitectura andaluza.

Sin embargo, si memorables sus aportaciones a la Feria, es en los cuadros donde el artista refleja todo su arte y técnica para la pintura.  En la muestra expuesta en la sala polivalente del Museo Cruz Herrera hemos podido apreciar una pequeña, aunque espléndida, muestra de su obra.

La exposición podría dividirse en tres apartados a tenor de la temática de los lienzos. De este modo, hay una primera sala de asunto familiar -retratos de sus hijos y nietos- y doméstico –mujer tumbada de espaldas en la cama y en el baño-.

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Las siguientes salas corresponden a retratos o escenas costumbristas de los países a los que el autor ha viajado después de su jubilación, especialmente Marruecos y La India, lugares de los que dice sentirse cautivado por su luminosidad y colorido.

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Y, por último, una sala con bodegones y retratos de toreros.

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Pepe Gallego se considera admirador de la obra del insigne pintor linense José Cruz Herrera, al que conoció personalmente y de quien recibió clases de pintura. Pero su obra, aunque coincida en temática y colorido, tiene personalidad propia y dista mucho del estilo de su principal referente. En comparación con la pincelada suelta impresionista de este último, Pepe Gallego cuida más al detalle el dibujo fino y el trazo es más cuidado y preciso, por lo que sus cuadros resultan más realistas. En referencia a algunos de ellos, podríamos afirmar que se acerca al hiperrealismo. Sirva de ejemplo el cuadro de la joven marroquí  con la bandeja de té que anuncia la exposición. Todo él es exacerbado realismo, hasta el punto de que las losas con la típica geometría ornamental árabe parecen ser reales.

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Como buen pintor, Gallego domina la luminosidad de sus cuadros. Manejando magistralmente los colores, consigue el efecto de la luz solar directa, de los cuerpos en sombras o de los diferentes niveles de iluminación en una figura según la incidencia de la luz.

Pepe Gallego, con esta breve muestra de su obra en el Museo Cruz Herrera, confirma que es un digno sucesor de su maestro.

 

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